El ser humano cuenta con estrategias para defenderse de emociones impactantes, que puedan atentar contra su salud mental.

Cuando la noticia tiene un nivel emocional intenso, tendemos a negarlo.

 

Lo sabemos, pero no lo creemos. Lo sabemos, pero no lo aceptamos. Esto se ve claramente cuando muere algún ser querido y tenemos expresiones tales como “no lo puedo creer”;” me parece que lo estoy viendo”; “creo que en cualquier momento lo voy a ver entrar…”

 

Cuando empezó la pandemia y se decretó la cuarentena, fuimos administrando la duración de la misma en pequeñas dosis, como una forma de atenuar el impacto mental que significaba afrontar una epidemia de tal magnitud. Así fuimos alargando el final de la misma de a 15 días, de a 20, de a un mes, hasta encontrarnos en el día 175.

 

Como dije en el primer post: “no hay pandemia que termine en 15 días, 20, 40 o…”

 

Hace una semana se anunció que una de las vacunas más adelantadas contra el COVID-19, estaría disponible en Argentina recién para abril 2021.

 

Esto produjo una sensación ambivalente, ya que era una muy buena noticia, pero había que seguir esperando.

Hoy las noticias nos vuelven a impactar: una de las vacunas, en fase más avanzada, podría traer algún efecto adverso y por lo tanto se puso en pausa a nivel mundial.

Y  la OMS anunció que la vacunación masiva terminará en 2022…

 

¿Qué significa esto para nuestra mente?

 

Que ya no podemos seguir dosificando la duración de a 15 días. La salida llegará, pero habrá que esperar… y mucho.

 

Es sin dudas una noticia esperanzadora saber que habrá una vacuna para inmunizarnos, pero esto pone a prueba de manera masiva -y como nunca antes-, nuestra capacidad de tolerar la frustración.

 

Estamos en un momento que a mi juicio es clave. Una situación que nos pone frente a dos caminos: 

 

1- Dejar de cuidarnos porque ya no toleramos más avanzar y retroceder, cumplir protocolos, esperar y seguir esperando; y entonces la conclusión es: “si me tengo que enfermar, me enfermaré” y le regalo mi salud al destino.

 

2- Opto por aprovechar este tiempo de espera para entrenar la tolerancia a la frustración, la aceptación, la perseverancia; aceptando que las cosas no siempre salen como esperamos y que, si logramos adaptarnos saludablemente a esta nueva realidad, será una gran oportunidad de aprendizaje, no sólo para sobrevivir al Coronavirus, sino para seguir enfrentando con más fortaleza los distintos obstáculos que la vida nos va poniendo día a día. A esto le llaman resiliencia.

 

Espero que lo puedas aprender.