Lic. Mara Diz

Estrés debe ser una de las palabras mas usadas cuando se habla de la salud dentro de las organizaciones y, cuando se la menciona, todos parecen saber de que se trata.

Contracturas, agotamiento, irritabilidad, intolerancia, mal humor, ataques de pánico, depresión, eczemas, problemas odontológicos, hipertesión y hasta infartos suelen ser algunas de sus manifestaciones más habituales. Pero estos son solo los síntomas por los cuales se manifiesta.

La respuesta de estrés implica un cambio psiconeuroinmunoendocrinológico del organismo mucho más complejo del que se tiene conciencia.

Ante un estimulo que es interpretado como amenazante, el organismo despliega una respuesta de acción que tiene por objetivo poner al individuo en óptimas condiciones para pelear o huir. El corazón bombea mas sangre y con mayor intensidad. La respiración se vuelve agitada a causa de la mayor oxigenación que requiere el flujo sanguíneo. La sangre se concentra en brazos y piernas, que son los que necesitaríamos para defendernos o ponernos a salvo, por lo que se retira de las áreas menos necesarias para una emergencia, como son el aparato gástrico y el reproductor. Como el cuerpo va a necesitar energía adicional para afrontar el despliegue motriz, se segrega glucosa y glucocorticoides, que si no se consumen se transforman en colesterol. También aumenta la respuesta inmunitaria, la concentración, la resistencia y la tolerancia al dolor.

Como se ve, muy lejos de ser malo, el estrés es una respuesta no solo inevitable, sino que es buena y necesaria. Todos  precisamos cierta dosis de adrenalina de vez en cuando para sentirnos vivos y motivados.

¿Por que entonces el estrés tiene tan mala prensa? Porque el problema no es el estrés en sí mismo, sino el tiempo en que está activado. Cuando pasamos mucho tiempo con esta respuesta disparada, el organismo se agota y lo que era beneficioso pasa a ser perjudicial. Acelerar un auto de vez en cuando lo mantiene en mejor estado, pero si pasamos mucho tiempo sin hacerle un services adecuado, terminaremos fundiendo el motor. Y esto es exactamente lo que sucede con nuestro cuerpo.

A esta altura, muy probablemente, usted estará pensando que, en el mundo en que vivimos, parar es imposible si uno quiere seguir conservando el trabajo y además crecer en él. Este pensamiento no solo es  equivocado, sino que genera más impotencia y más estrés, ya que la solución al problema está en que la empresa cambie, el jefe cambie, los clientes cambien. En síntesis: que el mundo cambie… y nada indica que algo va a suceder en ese sentido.

Hay muchas maneras de administrar los propios recursos sin que esto signifique bajarse del “tren”. Por otro lado, si no lo hace, cada vez rendirá menos hasta que su agotado cuerpo sacará la bandera roja y dirá: “No va mas!”

El problema, entonces, no es que “No se puede” sino “Como se hace”.

Aprender como mantener bajo control el estrés, para que sea nuestro aliado y no el enemigo que nos enferma y debilita, no es un aprendizaje imposible que se circunscribe a hacer dieta y ejercicio. Estos recursos son muy buenos, pero son solo algunos de la cantidad de opciones que tenemos para hacerle frente. Sin duda conocerá algún deportista, con una saludable dieta, que también esta estresado ¿verdad?

El primer paso es aceptar que su cuerpo necesita que le preste atención, si quiere que siga rindiendo a su máxima potencia, e invertir un poco de su tiempo en entenderlo y saber como manejarse para tener una mejor calidad de vida.

La pregunta ya no es si estas cosas son importantes, sino si USTED es importante…